El domingo, me desperté tarde, pero no tan tarde como para levantarme, así que me quedé en la cama, con la boca pastosa y la cabeza como Doraemon, sin poderme dormir.
De repente, no sé por qué, me dio por pensar en el sentido de la vida (me estaré haciendo viejo) y al cabo de la hora ya lo había encontrado haciendo una mezcla de filosofía griega, rollete hippie y la cuenta de la vieja.
“¡Vete por ahí!”, dirán unos, “¡chulaco!”, dirán otros, pero con que le valga a uno mismo, pues ya está.
Yo creo que la vida en sí como algo global, no tiene sentido, hay que buscar un sentido para tu existencia y la razón de esa existencia es la búsqueda.
Buscando en el mundo exterior, llegará (o no) un momento en que te encuentres a ti mismo y entonces vendrá la paz interior.
Con paz interior, uno halla su lugar en el mundo, las cosas encajan y todo fluye de manera natural porque lo que se piensa, lo que se dice y lo que se hace son uno.
Claro que, en el camino, hay que ganarse la vida, encontrar (o no) pareja, tratar con todo tipo de personas y lo que es más difícil: elegir todo el tiempo, además entre muchas posibilidades y al final tratar de no comerte la cabeza sobre las opciones que has desechado (eso que nos decían y que sonaba a sentencia de que el hombre está condenado a ser libre).
De todas formas, si aún así, esta filosofía no convenciera al personal, siempre se puede recurrir a eso de Live is life, Lo siento, mucho, la vida es así, no la he inventado yo o La vida qué mala es, excusa para todo y remedio para nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario