
Guitarras desquiciadas con bendings desafinados y una voz que te susurra, te chilla y que te fascina de manera malsana y opresiva como una lápida de basalto negro.
Aquí la tenemos en el mítico festival de Monterey con una Mama Cass de The Mamas and the Papas, absorta entre el público y flipando al final de la canción.
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