Robben Ford, como siempre, con su toque y fraseo impecable. Sonidazo, buenos temas y una versión del Spoonful tremenda, tema que saldrá en su próximo disco a finales de agosto según dijo.
Watermelon Slim fue para mí la sorpresa de la noche. Este señor de aspecto ajado aparece, se monta su dobro sobre un flight case, comprueba los cables y demás, sin pipa ni nada. Parece no poder ni con el sombrero, pero empieza el primer tema y madre mía, el dobro sonaba mejor que una Les Paul, voz tremenda y a la armónica tampoco se quedaba atrás.
Hasta hizo sus esfuerzos de hablar en español, "me gusta la guitarrrra glisssan-te", "este es un tema en Yiiiii menor abierto para los que les gusta guitarrrraa" o "espero volver a veros, aunque estoy físicamente de-te-rio-radouu". En fin, uno de esos artistas que emociona de verdad.
Luego llegaron los Dr. Feelgood y fueron la guinda. Lo mejor del festival en mi opinión, con un líder, Robert Kane, que no paraba de moverse, con sus gafas en plan chulo y con todo un vozarrón.
Phil Mitchell al bajo parecía perjudicado por haberse pasado con las birras pero era un metrónomo, parecía como metido en una campana de vacío donde nada le afectaba.
Pero si hay que destacar a alguien, ese es Steve Walwyn, con una guitarra mezcla de rítmica y solista que fue todo un ejemplo de lo que es ir al grano y con estilo en el blues y rock de pub. ¿Por qué habrá tantos buenos guitarristas de blues británicos?
Los pelos como escarpias en su solo en "If my baby quits me", no me extraña que hubiera tanta Telecaster en el festival, este twang y esos agudos tan definidos se te clavan en el alma.
No vimos a The funk on me, estábamos cansaos.
El sábado por la tarde vimos acabar a The Blues Hackers, que eran buenos, pero con un enfoque demasiado rockero para mi gusto en un tipo de festival como este.
Luego llegó Lichis con sus Troublemakers y sonaron pero que muy bien. Se le nota que le gusta Howlin' Wolf, tiraron mucho de su repertorio y yo encantado de oír versiones como 300 pounds of joy, How many more years, guiños a Zeppelin citando a la fuente original en Black dog y un Nobody knows you when you're down and out muy bien parido.
Por la noche, vimos algo de Susan Tedeschi, que hablando tiene la voz de Pepita Pulgarcita pero cuando canta es realmente matadora. Después llegaron Chicago Blues Revue con un montón de invitados recordando éxitos de blues de los 50, a destacar especialmente el señor enorme del final (no sé quién es) al que se le quedaba pequeña toda una Gibson ES-335. Demoledor.
Después llegaron B.B. and Blueshacks, me esparcí un poco y en fin, me aburrieron, buenos pero con un rollete swing que no me acaba de llegar. Finalmente llegaron Travellin' Brothers y animaron mucho la cosa estos chavalotes del norte, a destacar su versión del Hoochie Coochie Man (y Estíbaliz está tremenda).
Bueno, ese es el resumen. Ahora las quejas. Las letrinas portátiles están arriba del todo de la plaza de toros, es un coñazo, te tropiezas con la gente sentada, con los que suben, con los que bajan, si llevas varias cervezas encima el equilibrio no es lo que era, en fin, que podrían ponerlos más cerca. La birra a 2,5 (vale), los cubatas a 6 euros (no los probé).
Por otro lado, el orden de los artistas no fue el idóneo en mi opinión. La gente suele llegar algo tarde al primero de los artistas y en Robben Ford y Susan Tedeschi podría haber habido más asistentes si hubiesen empezado los segundos.
Yo hubiese puesto a The funk on me los primeros el viernes y a los B.B. and the Bluesshacks el sábado, hubieran valido para abrir boca, calentar el ambiente y para que se encontraran a un público más numeroso y entregado.
Por último, pedir que hagan el año que viene más camisetas de la talla L, la verdad es que volaron. Los grandes y los anchos tuvieron más suerte.