
Buscamos lo último, nos quedamos con lo único, nos decía. Gran verdad. Al igual que a los lugares de siempre, uno acaba volviendo a esas canciones únicas que son como esas zapatillas de ir por casa, viejas, castigadas por el uso, pero que te acogen como pocas y cuesta no echar mano de ellas.
Llena de rabia, catártica y triste a más no poder. Starless and Bible Black, obra maestra de King Crimson.
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