miércoles, 15 de septiembre de 2010

Ilegales

Llegará el día en que acabaremos mal, como un fantasma de la autopista escuchando en los clubs un blues secreto, enamorados de Varsovia porque Europa ha muerto y sintiendo que el corazón es un animal extraño.

Dejará de haber una ola de carne en la playa, una chica en el club de golf y un stick de hockey con el que atizar a los mamoncetes que esperan con la pasta en la mano.

La casa del misterio se llenará de hombres solitarios que regresan al sexo químicamente puro, agotados de esperar el fin.

Llegarán con la niebla chicos pálidos para la máquina, hasta arriba de dextro-anfetamina, en una atmósfera perjudicial, cara al peligro, buscando al ángel exterminador dentro de un vaso de whisky.

Volverá el demonio de las radio fórmulas de costumbre, llenándonos de la rabia de vivir y con los ojos abiertos pensaremos en quién espía los juegos de los niños.

Se nos echarán encima tiempos nuevos y más salvajes si cabe, en los que sólo nos quedará el recuerdo de Ilegales en directo. Mientras tanto, la banda destruye haciendo mucho ruido mientras la peña está fascinada.

Jorge Martínez, como padre de la criatura, tiene todo el derecho de quemar las naves como Cortés (aunque más bien las barrenó) por una cuestión de "higiene mental" como él dice, pero servidor no puede evitar cagarse en las desbandadas de las grandes bandas...


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