Pues bueno, como no tengo ni idea de fútbol, ahí va una crónica en plan parodia, al estilo de esa vieja guardia que es capaz de alterar hasta a un mismísimo gurú.
El pasado domingo se consiguió la gloria para España. Nunca fueron tan acertados esos versos de: "¡Ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda, espíritus fraternos, luminosas almas, ¡salve! Porque llega el momento en que habrán de cantar nuevos himnos lenguas de gloria", palabras que por su gallardía y amor patrio parecen forjadas por nuestro excelso compañero de fatigas, Pemán, lástima que no sea este el caso...
Un huracán rojo y gualda barre nuestra piel de toro dejando nuestros balcones tachonados con nuestra enseña, haciendo gala del orgullo por la valía y desempeño en buena lid de nuestros jugadores de la selección española.
En el partido el juego de Holanda no fue tal, se convirtió desde un principio en una retahíla vil y rastrera de entradas salvajes a nuestros jugadores, con el objetivo de llegar cobardemente a la tanda de penaltis, acciones que tuvieron el culmen de mezquindad con la patada voladora de De Jong, alias Van Damme, contra nuestro compatriota, Xabi Alonso.
En el partido el juego de Holanda no fue tal, se convirtió desde un principio en una retahíla vil y rastrera de entradas salvajes a nuestros jugadores, con el objetivo de llegar cobardemente a la tanda de penaltis, acciones que tuvieron el culmen de mezquindad con la patada voladora de De Jong, alias Van Damme, contra nuestro compatriota, Xabi Alonso.
Patada en el pecho que fue una patada en el corazón de todo el que se llame buen español y que no mereció más que la tarjeta amarilla por parte del árbitro inglés, Howard Toca-Webb-s, ciego de un ojo y birojo del otro.
Partido agónico, de lucha a brazo partido contra la injusticia, que desembocó en una prórroga que parecía no augurar nada bueno. Pero, de repente, resurgieron los tercios de Flandes frente a la naranja reumática. No podía ser menos ya que para nuestro equipo, su descanso es el batallar.
Andrés Iniesta, caballero de la triste figura, avanza y recupera como otrora hiciera Don Pelayo, el terreno reservado para los que saborean la gloria, marcando un tanto frente al adversario que hace que Robben reclame lo irreclamable y sea aún más amarga su derrota. Amarga como una naranja verde (de envidia), diría yo.
Deslumbrados como los infieles frente al sol que protegía al Cid Campeador en su última batalla, así quedaron estos holandeses maestros de la zancadilla y jugarretas varias ante el juego limpio y virtuoso de nuestra selección nacional.
España, más que nunca unidad de destino en lo universal, se alza con la Copa del Mundo bajo el clamor de "Iniesta y cierra España". Este chico pálido para la máquina, capaz de mandar callar a CR-9, ha demostrado que hay mucho fútbol en sus botas.
Jornada histórica que será recordada por las generaciones venideras por la victoria conseguida y porque todo el mundo se puso de acuerdo en cantar sin complejos eso de: "¡Que viva España!", incluso antes del tercer cubata.
We skipped the light fandango... e hicimos de nuestras calles una marea roja.
Amén.
Jornada histórica que será recordada por las generaciones venideras por la victoria conseguida y porque todo el mundo se puso de acuerdo en cantar sin complejos eso de: "¡Que viva España!", incluso antes del tercer cubata.
We skipped the light fandango... e hicimos de nuestras calles una marea roja.
Amén.
1 comentario:
Tu si que estas palido ja ja pon a tono el blog que lo tienes abandonao perron..............
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