Bueno, pues todo tiene su fin y el desencuentro no iba a ser menos.
El viernes fue un día tranquilo. Sólo nos visitaron Tanano y Angie. Vueltecita por la zona del Cristo de los Faroles, cena en el Mesón Taurino, con un salmorejo para quitarse el sombrero, parada en el Oculto Café, lo que era antes el Limbo, lugar raro donde los haya, en plan siniestro de los años 80, me gustó.
Después visita corta a callejas con encanto de la zona histórica, como la de la Hoguera, la del Pañuelo y la Calleja de las Flores. Realmente memorable, de noche, es otra cosa y vaya cosa.
Tras esto, nos asentamos un rato en La Galeona y allí que nos quedamos un ratillo que el cuerpo no estaba para mucho, charlando sobre Radio Arrebato y otros menesteres.
El sábado primeras oleadas de visitantes, ruta tabernaria por el bar Correo, taberna El Gallo, Casa Paco Acedo para acabar en el Bar José Vela, donde hubo tapeo masivo y cánticos populares y de Los Enemigos al son de guitarra acústica.
A la noche, Atmosférico e Individuos. Para los primeros, Corduba como taquillero y para los segundos un servidor. Primer susto de la noche, sólo 45 entradas vendidas, "tío, como esto siga así mañana no salen las cuentas cuadrás".
Tras irnos luego para la Galeona, vuelvo a casa, con los Individuos algunos metidos en sacos de dormir y con las pilas quitadas del reloj del salón porque les estresaba, ja,ja.
Llega el domingo, partido de futbito y luego para el Rafalete todos. Poco a poco se llenan las mesas y nos ponemos todos tiernos de lechuguitas al ajillo, pinchitos y demás.
Parada de descanso en mi casa y luego a la noche, Guadalupe Plata y Los Creyentes.
Primer problema, a finales de la actuación de Guadalupe se presenta un poli local, hace una foto a una de las entradas y dice que alguien se ha quejado del ruido (¿? ¿en una sala de conciertos donde hay cada semana algo?).
Nos tememos que no pueda empezar el segundo grupo, Los Creyentes, pero dan su concierto. Se venden todas las entradas. Al menos en eso respiramos tranquilos.
Tras acabar el concierto, nos comenta el de la sala que al día siguiente no hay jam. ¿Cómorrr?. Como alternativa da tocar todos por línea, sin ningún ampli, ni batería. Por cierto, Pasán me había dejado en mi casa un set completo de batería sólo para la jam. La casa parecía estar de mudanza con tres colchones hinchables colocados y una batería completa distribuida entre el salón y el cuarto del ordenador.
Al principio nos resignamos, pero a Pasán se le enciende la bombilla. ¿Y si tocamos con una batería electrónica a la que se le puede regular el volumen?. Se lo proponemos y nos dice que sí. Suspiramos aliviados.
Al día siguiente perol en La Galeona. Se le jode la hornilla a Emilio y no se puede hacer el arroz. Unas 44 criaturas en el bar con ganas de jalar. Se piden 14 pollos con patatas y pimientos y se sale del paso airosamente.
A eso de las 6 llegamos a la sala para montar el tinglado para la jam. Llega la gente antes de que esté todo montado, pero se solventa la cosa.
Se va cortando el embutido, el queso y tal para la puesta en común de viandas. Sigfredo quiere colgar sus pedazo de fotos, pero no se pueden hacer agujeros en la pared.
Bazar Gran China nos salva con hilo metálico, vasos para los que traen vino de Jerez y platos de plástico para la comida.
Traen lacón con su salsita, pero la salsa se ha quedado hecha un bloque con el frío. No sé cómo ni cuando, pero la traen calentita y está de muerte. Otro problema solventado. Quien sepa cómo se hizo, que me lo diga.
De repente me comentan, "oye, hay 2 secretas en la sala para ver si hay trapicheo de algo". Otra vez movimiento para que siga la cosa bien.
Hay actuación de The Wito Band, lectura dedicada a él y jam aunque más corta de lo previsto porque le han dicho que cortemos antes de tiempo. Toño, el dueño de la sala, hasta se anima a cantar "La cuenta atrás".
Después actuación de Eugeniaco y concierto acústico improvisada, con una versión de Roxanne de Singüeso que me encantó. Ya podemos respirar tranquilos.
Tras esto, vuelta a La Galeona en la que estuvimos los últimos de Filipinas y hasta Héctor, el irreductible segoviano, se quedó frito.
Al día siguiente nos despedimos Perico (guitarrista de Guadalupe Plata) y yo, tras varias conversaciones coñeras y otras con bastante enjundia.
Como momentos a destacar, el silencio tras la lectura del texto de Catuxinha y cuando pusieron la voz de Wito cantando "Yo, el rey" y la gente tocaba encima.
Sólo me queda por decir, gracias a todos y todas, han sido unos días para recordar siempre.
Se os quiere.
El viernes fue un día tranquilo. Sólo nos visitaron Tanano y Angie. Vueltecita por la zona del Cristo de los Faroles, cena en el Mesón Taurino, con un salmorejo para quitarse el sombrero, parada en el Oculto Café, lo que era antes el Limbo, lugar raro donde los haya, en plan siniestro de los años 80, me gustó.
Después visita corta a callejas con encanto de la zona histórica, como la de la Hoguera, la del Pañuelo y la Calleja de las Flores. Realmente memorable, de noche, es otra cosa y vaya cosa.
Tras esto, nos asentamos un rato en La Galeona y allí que nos quedamos un ratillo que el cuerpo no estaba para mucho, charlando sobre Radio Arrebato y otros menesteres.
El sábado primeras oleadas de visitantes, ruta tabernaria por el bar Correo, taberna El Gallo, Casa Paco Acedo para acabar en el Bar José Vela, donde hubo tapeo masivo y cánticos populares y de Los Enemigos al son de guitarra acústica.
A la noche, Atmosférico e Individuos. Para los primeros, Corduba como taquillero y para los segundos un servidor. Primer susto de la noche, sólo 45 entradas vendidas, "tío, como esto siga así mañana no salen las cuentas cuadrás".
Tras irnos luego para la Galeona, vuelvo a casa, con los Individuos algunos metidos en sacos de dormir y con las pilas quitadas del reloj del salón porque les estresaba, ja,ja.
Llega el domingo, partido de futbito y luego para el Rafalete todos. Poco a poco se llenan las mesas y nos ponemos todos tiernos de lechuguitas al ajillo, pinchitos y demás.
Parada de descanso en mi casa y luego a la noche, Guadalupe Plata y Los Creyentes.
Primer problema, a finales de la actuación de Guadalupe se presenta un poli local, hace una foto a una de las entradas y dice que alguien se ha quejado del ruido (¿? ¿en una sala de conciertos donde hay cada semana algo?).
Nos tememos que no pueda empezar el segundo grupo, Los Creyentes, pero dan su concierto. Se venden todas las entradas. Al menos en eso respiramos tranquilos.
Tras acabar el concierto, nos comenta el de la sala que al día siguiente no hay jam. ¿Cómorrr?. Como alternativa da tocar todos por línea, sin ningún ampli, ni batería. Por cierto, Pasán me había dejado en mi casa un set completo de batería sólo para la jam. La casa parecía estar de mudanza con tres colchones hinchables colocados y una batería completa distribuida entre el salón y el cuarto del ordenador.
Al principio nos resignamos, pero a Pasán se le enciende la bombilla. ¿Y si tocamos con una batería electrónica a la que se le puede regular el volumen?. Se lo proponemos y nos dice que sí. Suspiramos aliviados.
Al día siguiente perol en La Galeona. Se le jode la hornilla a Emilio y no se puede hacer el arroz. Unas 44 criaturas en el bar con ganas de jalar. Se piden 14 pollos con patatas y pimientos y se sale del paso airosamente.
A eso de las 6 llegamos a la sala para montar el tinglado para la jam. Llega la gente antes de que esté todo montado, pero se solventa la cosa.
Se va cortando el embutido, el queso y tal para la puesta en común de viandas. Sigfredo quiere colgar sus pedazo de fotos, pero no se pueden hacer agujeros en la pared.
Bazar Gran China nos salva con hilo metálico, vasos para los que traen vino de Jerez y platos de plástico para la comida.
Traen lacón con su salsita, pero la salsa se ha quedado hecha un bloque con el frío. No sé cómo ni cuando, pero la traen calentita y está de muerte. Otro problema solventado. Quien sepa cómo se hizo, que me lo diga.
De repente me comentan, "oye, hay 2 secretas en la sala para ver si hay trapicheo de algo". Otra vez movimiento para que siga la cosa bien.
Hay actuación de The Wito Band, lectura dedicada a él y jam aunque más corta de lo previsto porque le han dicho que cortemos antes de tiempo. Toño, el dueño de la sala, hasta se anima a cantar "La cuenta atrás".
Después actuación de Eugeniaco y concierto acústico improvisada, con una versión de Roxanne de Singüeso que me encantó. Ya podemos respirar tranquilos.
Tras esto, vuelta a La Galeona en la que estuvimos los últimos de Filipinas y hasta Héctor, el irreductible segoviano, se quedó frito.
Al día siguiente nos despedimos Perico (guitarrista de Guadalupe Plata) y yo, tras varias conversaciones coñeras y otras con bastante enjundia.
Como momentos a destacar, el silencio tras la lectura del texto de Catuxinha y cuando pusieron la voz de Wito cantando "Yo, el rey" y la gente tocaba encima.
Sólo me queda por decir, gracias a todos y todas, han sido unos días para recordar siempre.
Se os quiere.
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