domingo, 28 de noviembre de 2010

La habitación de al lado

Allí arriba no hace falta boina, ni pelliza. No hace falta cartera repleta de quinielas con papel de calco, carnet del Córdoba, almanaques, lotería y fotos de familia. Allí arriba no hace falta goma elástica para apretar las pilas de esa vieja radio donde escuchabas los partidos del domingo.

Allí arriba continúa ese sótano de la ferretería donde nos descubriste tesoros como viejos quinqués, alcancías medio oxidadas y candados de antes de esa guerra de ni contigo ni sin ti, de todos los males y ningún remedio, de un frío color gris eterno, de un hambre que hizo desaparecer hasta a los gatos y donde se mataron esos hermanos que cayeron en distinta zona.

Allí arriba, hay caramelos infinitos saliendo de los bolsillos de tu abrigo después de la cabalgata de Reyes.

Allí arriba, el Córdoba siempre está en la temporada 64/65 y el barrio de San Lorenzo sigue oliendo a picón y pan caliente.

Algún día nos encontraremos tomando un vino de la Taberna El Gallo que nos sabrá más a gloria que nunca, mientras miramos a esas cordobesas monumentales que calzan un 48 de ojos negros y un 52 de altanería.


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